viernes, 30 de marzo de 2007

Ni acá ni en españa...

"...y si no le gusta como son las cosas aquí... pues ni acá, ni viajando a España, usted se amaña!"

Diciéndole eso, luego de no querer recitar la tabla del 10, su profesora le dio su más grande regalo, o su peor maldición: hacerlo conocedor del secreto que esa sed insaciable, ese anhelo permanente, no lo abandonará nunca, ni viajando al último rincón del mundo, ni quedándose debajo de una palmera en la calle del frente.

Un par de pasajes interesantes de El Niño Divino y el Héroe, que particularmente hacen click aquí:

«...el héroe es un ser perfectible, y su historia es la historia de su transformación interior. De éste modo, podemos incluso decir que la aventura en la que el héroe actúa no es sino una ocasión para su transformación en un ser más pleno, si no una exteriorización simbólica de los hechos que están teniendo lugar en su mundo interior.
(...)
El no ha tenido la suerte de permanecer puro, sino que se ha perdido a sí mismo y se ha vuelto a encontrar. De éste modo, tiene algo nuevo que ofrecer: el conocimiento del "camino de vuelta" con sus señales y trampas. Mientras que el autor de obras del tipo de la del niño divino ve la empresa desde fuera como una búsqueda innecesaria, el autor de la historia del héroe nos muestra la aventura heroica desde dentro como un error necesario; una equivocación que, precisamente, conducirá a la conciencia del error, a la desesperación y al cambio.
(...)
Aquí ha conseguido todo lo que se puede conseguir, siendo gobernante, pero empujado por un vivo deseo de ir más allá de lo cotidiano y lo conocido, desafiando a los ciudadanos y los sabios ancianos. Quiere conseguir honor...».

Otros apartes más:

«En términos mitológicos, la difícil situación en que se encuentra el héroe antes de su aventura, podría ser entendida como un empobrecimiento de personalidad autoimpuesto, aunque desconocido. Con respecto solo a un fragmento de su personalidad como "Yo" y excluyendo de su conciencia al resto, el héroe se siente vacío. La suya es una condición de anulación, en el sentido de que está manteniendo una distancia entre su ego y todo aquello de su personalidad que podría amenazar la imágen que tiene de si mismo.
(...)
Aquí podemos ver por qué la leyenda del héroe no puede ser sino mítica; el verdadero blanco de la ira en el hombre no puede ser otro que la prisión que éste ha construído para sí mismo en su imaginación, y no se encuentra en el mundo real. Y es en las ruinas de esa prisión donde puede encontrar la "piedra filosofal" que deseaba: sus propias energías no utilizadas y desviadas.
(...)
Así pues, en un sentido más profundo, el héroe no solo ha deseado abandonar su vida sino que la ha abandonado de hecho: surge como otro para el que el desapego de la vida es como una segunda naturaleza. Al dejar de apoderarse de la vida, su vida se ha apoderado de él.»

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