lunes, 30 de junio de 2008

Hacia el suuuur...

Ninh Binh desde Haiphong se podría hacer en un día, pero mejor decidí tomarme el tiempo y hacerlo en dos días relajados, con escala en Tai Binh, una minúscula ciudad en la mitad del camino. La salida de la ciudad fué sin novedades, el día estaba con un sol débil, perfecto para montar sin deshidratarte en el camino.

A diferencia de la autopista hacia Haiphong, esta carretera era secundaria, lo que la hacía menos llena de buses, camiones, carros y motos, pero más llena de granjeros con sus típicos sombreros cónicos, manejando carretas tiradas por búfalos y sus bicicletas caseras hechas de madera.

A mediodía, cuando el calor se vuelve insoportable, el hambre se convierte en un pretexto para buscar cualquier lugar para sentarte y comer lo que sea que esté preparando la cocinera de turno. Ésta vez, el turno nuevamente fue para el omnipresente pho bo que nos ha salvado tantas veces. Mientras estaba en el restaurante, un camión enorme se detuvo y se bajan dos tipos a comer también, comensales frecuentes del restaurante porque estaban como en su casa. Y como en su casa, me invitaron a sentarme a su mesa, y a entrarle a la comida de ellos que valga la pena aclarar, dejaba a la mía palideciendo de envidia.

Y bueno, como en Vietnam todo vale, los conductores del camión pidieron su postre: una dosis personal de alcohol de arroz (un litro), y empezaron a entrarle fuerte. Por transitividad, mi vaso pasó de tener agua, a tener un whiskey casero fuertísimo, de más de 50% de contenido de alcohol. Y como de costumbre, es supremamente maleducado rechazar una invitación de esas... aparte que ni te dejan. Y encima, cuando brindas en Vietnam, dices "chama cham", que literalmente significa 100%... es decir, que te tenés que tomar todo el contenido de tu vaso.

Finalmente, muchos vasos vacíos más tarde, como pude les expliqué que tenía que partir ya en mi bici, porque si me quedaba corría el riesgo de pasar la noche en ese mismo minúsculo restaurantito del borde de la carretera, y yo quería llegar a Thai Binh esa noche. Los tipos me dijeron que antes tenía que fumar con ellos la pipa de agua, y que luego, podía irme. Es más, si quería ellos me llevaban de vuelta a Haiphong, pero la idea no era muy interesante porque estaría perdiendo tiempo y recorrido... Así que solo me quedé para la pipa de agua. Esta pipa es muy similar a las del sur de china, en las que le ponen un tabaco fuertísimo que te deja un poco en knock out a los pocos segundos de fumar. Puf...! Casi se mueren de la risa cuando casi se me sale el alma tosiendo y tosiendo. Definitivamente el tabaco de Vietnam es algo a lo que hay que tenerle respeto!!!!

De vuelta en el camino, varios locales en sus motocicletas medio asombrados de ver a ese montado en bicicleta con sus maletas, más por pasar el rato que por otra cosa empezaron a apostar carreras conmigo. Y el tema era fácil: ellos en sus motos, manejando sin manos, y yo en mi cicla, dándole fuertísimo, a lo que más pudiera. Obviamente, la pelea fué reñida, pero técnicamente yo gané porque tarde o temprano ellos usaban las manos para esquivar un búfalo perdido, o un tractor que venía a toda velocidad de frente...

Ya cayendo la noche, llegué al famoso (ja!) Thai Binh, un pueblucho con un templo o dos dignos de visitar. El lugar para pasar esa noche fue un humilde hotel de paso relativamente barato, de esos que pagas por horas... ehm... sin comentarios. Otra interesante experiencia en Vietnam.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Como los buenos carros, tenés "motor" pa' borrarte las tartanitas, o al menos para no dejarte de gusto... UN ABRAZO!!

G. dijo...

jajajajajajaja, deberían poner carrera vs. vietnamitas sin manos en los olímpicos!