martes, 24 de junio de 2008

De vuelta a la capital

De vuelta a la capital, a la dama del norte, a la vibrante, caotiquísima, inentendible y loquísima Hanoi. Habían sido unos días largos e intensos nadando, haciendo snorkeling y kayaking y conociendo gente en la bahía de Halong, una de las maravillas naturales del mundo. Ya nada más atándome a Hanoi, el plan era salir temprano al otro día hacia el sur, hacia Ninh Binh, famosisimo por ser uno de los sitios más fotogénicos de Vietnam, en el que numerosas películas se han filmado, incluyendo la Indochine (que por cierto nunca me ví).


En esas que salgo al balcón a colgar las tres camisetas y dos pantalonetas que tengo por equipaje, veo parqueada en la calle abajo una bicicleta que sin duda alguna es de viaje. Y con esa curiosidad que le da a uno por saber que tal es la máquina del otro, bajé y me puse a chismosiar. Y en esas, un tipo con cara de mexicano me dice que que ondas, que que estaba mirando (la bicicleta estaba sin cable de seguridad). No nada viejo, acá mirando no más, y así empieza esa conversación entre viajeros en bicicleta, entre medio contandose la vida y midiéndose el terreno, mirando de que está hecho el otro. Pero bueno, resulta que el tipo se llama Dryan, y es de Bélgica pero con padre de Camboya. El hombre recién llegaba del sur, desde Bangkok haciendo la ruta mas o menos que quería hacer yo. En esas también empezamos a hablar con un par de chicas de Francia, que andaban haciendo su pasantía de enfermería en Vietnam. Y como todo el grupo resultó siendo rebuena onda, quedamos de salir a comer algo y tomarnos unas Bia Hoi que es cerveza hecha en casa, a un precio absurdamente barato. Con un dolar, te terminas tomando como 6 o 7 vasos grandes de cerveza!


Evidentemente, al otro día no madrugué para comerme los 100 kilómetros que me separaban de Ninh Binh. El fin de semana pasó, con muchas palabras, muchas conversaciones en inglés-francés-español y poco sueño. Eventualmente, los planes cambiaron un poquillo, puesto que en vez de viajar al destino hacia el sur, decidimos compartir ruta con Dryan hacia Hai Phong, donde las niñas vivían y muy amablemente nos invitaron a pasar algunos días.


Y esa es otra historia.

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