domingo, 10 de agosto de 2008

Llegando a Siem Reap

Luego de unos días en Phnom Penh ahora me encuentro en Siem Reap, llegado la noche pasada. El trayecto desde la capital hasta acá fué bonito e interesante, con algunas paradas en pueblitos olvidados por dios y por el mundo. En uno de esos nos tocó la manifestación política de todos los partidos, porque justo cayó día de elecciones cuando estábamos en la carretera, y absolutamente todo el mundo salió uniformado con las gorras y camisetas de su partido preferido a gritar consignas a las calles. Y no es para más, porque en la historia de Camboya solo han tenido una elección popular... La democracia es algo nuevo por éstas tierras!

En total, desde Phnom Penh, fueron 300km hechos en 4 días. Lo único verdaderamente jodido fué un increíble viento de cara que nos viene persiguiendo desde Vietnam... Y con el viento vienen las tempestades también, una de ellas se convirtió en pesadilla e hizo que nos tocara buscar albergue en una casa en construcción, poniendo las hamacas y pasando la noche nuevamente en el camino, bajo las estrellas. Como siempre, la gente en los campos es espectacular, te invitan permanentemente a tomar el té con ellos, a hablar sin poder entender, a compartir algunos instantes de sus vidas con esos extranjeros que van viajando en bicicleta...

Así conocimos a un grupo de artistas que tenían su casa estilo country en medio de un enorme campo de arroz. La barrera de siempre era el idioma, pero con su buena actitud y con su arte nos pudimos comunicar. Tenían esculturas y figuras talladas en madera y en coco, de todas las maneras y formas. Increíble encontrar eso en éste lugar, tan alejado de los centros de las ciudades, de la civilización, de las galerías de arte que conocemos. Pero las sorpresas no terminaban ahí... Me invitaron al segundo piso, donde por más increíble que pareciera, había una batería, unas guitarras eléctricas, bajos, y un rudimentario estudio de grabación. Aparte, resultamos estar en la casa de unos músicos... Ahi tratamos de convencerlos para que tocaran algo de música. Ellos muy humildes dijeron que no, que no tocaban bién, que que pena... pero eventualmente lo hicieron, un par de improvisaciones animadas de buen ritmo!

Ese día seguimos empujando, hasta que como era de esperarse, otra de las tormentas que saludan cuando la tarde se está acabando se dignó en aparecer. Acampamos temporalmente de nuevo en cualquier choza al lado de la carretera, cuando unos tipos se acercaron a una camioneta blanca, llena de insignias del partido político líder en Camboya, que estaba parqueada en una lujosa casa a una decena de metros más adelante. Que para donde íbamos... En últimas el hombre se ofreció a llevarnos a nosotros, con bicicletas y todo, al pueblo al que queríamos ir y dejarnos por ahí derecho en un albergue baratuelo, de esos que tanto me gustan! jajajaj.. Y bueno, en el camino nos dimos cuenta que dentro de la camioneta (que tenía hasta el increíble lujo de aire acondicionado!) había una cantidad de publicidad política... Cuando le preguntamos que que estaba haciendo, o quién era, nos comentó que era el gobernador de la provincia y que estaba terminando ya con todo el tema de su campaña... Y bueno, ahí nos fuimos conversando de nada un poco. Porque, que se conversa con un gobernador? El belga se consiguió por ahi derecho una bandera enorme de Camboya, para adornar su bici. Pero bién, el tipo se portó muy bién con nosotros, hizo de buen samaritano y nos dejó como prometió en un hotelito con tarifa especial para nosotros... Para que luego no digan que tengo amigos influentes carajo, tengo influencias con el gobernador de Kompong Thom, Cambodia, por si alguien necesita algo!!!

Y bueno, eventualmente llegamos a Siem Reap, ciudad llena de tuk tuks, turistas y hoteles. Sieam Reap, una ciudad polvorienta y un poco sucia, que crece desbordadamente impulsada por los dólares del turismo. Y la única razón de yo estar acá, es sencillamente que a unos cuantos kilómetros están las gloriosas ruinas de Angkor Wat, el complejo religioso más grande del mundo y que aún teniendo más de un milenio de historia trás de sí, sigue asombrando a todos los visitantes que logran llegar aquí... El plan es entonces pagar el tiquete de 3 días (40 dolorosos dólares) para tener tiempo suficiente de recorrerla sin afán. Ya veremos!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Le hubieras pedido al gobernador unos pases para el templo ;) seguro los consigue ;) jejejje... Un abrazo