Una de las cosas de viajar en bicicleta es que ésta no tiene espejo retrovisor. Al parecer es una tontería, pero adquiere significado porque te obliga a estar mirando al frente, en el presente, y no te deja mirar atrás, a los lugares que despides y no volverás a ver. Si alguna lágrima de nostalgia se te escapa, el viento de cara pronto te la hace desaparecer.
El orden del día era proseguir a Khong Sedong, a 60 kilómetros del lugar, por eso no tuve que madrugar y gocé de una mañana aperezada, lenta, esas mañanas llenas de despedida. En ese pueblito había una única Guesthouse que me dió la oportunidad de no dormir bajo dos árboles isno bajo un techo estable. A la mañana siguiente fue seguir unos 100kms hacia Paksong, y en su guesthouse había unos tipos de Laos y China cenando. Y desempolvando el chino que sabía, me les uní a la conversación (y por consiguiente a su banquete de cena), hasta que llenísimo y cansado me les despedí luego de una velada muy amañadora, porque el día siguiente también sería de camino, camino que eventualmente me llevaría a Savannakhet.
Por el camino, dos motociclistas gay lo más de buena gente pero muy jodidamente insistentes me estuvieron acompañando por bastantes kilómetros, hasta que desistieron de repetirme una y otra vez su argumento de 'para que pagar hotel si te puedes quedar en nuestra casa?'.
No hubo más eventualidades, lo mismo de todos los días de viaje... días hermosos, compartir el almuerzo con los pastores de cabras y búfalos, ser casi devorado por las hormigas...
Al final llegué a Savannakhet, entrada ya la tarde y muy cansado. Es una ciudad que se está cayendo a pedacitos, con una fuerte influencia francesa en las casas y edificaciones. A veces parece una ciudad fantasma, porque no se ve a nadie pasar, no se escuchan muchos ruidos. Yo estaba allí porque en Savan (como le dicen cariñosamente los locales) hay un consulado de Tailandia, y podía aprovechar para hacer mis vueltas y trámites migratorios mientras espero también a que más al norte las carreteras mejoren luego del devastador invierno y creciente de los ríos.
En
Aparte, Savan fue buena en el sentido que me desatrasé de cientos de mails en Internet y me llené hasta la saciedad de sandwichs de baguettes... mmmm... Por cierto, mientras andaba esperando a que me prepararan mi dosis personal de baguettes con paté, una señora thai, la dueña de un banco nuevo me invitó a comer con ella, solo por el hecho que muy caballerosamente le cedí la silla en la que estaba sentado esperando, a su hijita. Tan querida, hasta me invitaron a su casa del otro lado del Mekong, en tierra Thailandesa, pero desafortunadamente no tenía ni visa ni ganas de terminar mi viaje en Laos prematuramente... En todo caso me decía la señora que era difícil ver un turista decente en el SE de Asia, porque según ella, la mayoría de turistas no eran más que chimpancés sin pelo, andando borrachos, ensuciando, irrespetando la cultura, drogándose y fornicando todo el tiempo... Que triste que la imágen que tengan de los visitantes del mundo occidental sea esa, pero al mismo tiempo la entiendo, porque en muchos casos esa es la verdad.
Y como remate, de la comida, me llené más y más comiendo postres de Lao, llenos de coco y mango y frutas frescas... como me van a hacer falta cuando deje el país!
2 comentarios:
Eso muy bien, que demuestre la buena educación que se le ha dado papito!! Un abrazo
Que bonito es Savannakhet.
Vemos que estuviste en el museo de los dinosaurios, uno de los lugares de que ver y que hacer en Savannakhet
Un saludo
Vietnamitas en Madrid
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