domingo, 10 de diciembre de 2006

De Aguas Calientes a Machu Picchu

Apenas estaba saliendo el sol, y nos teníamos que encontrar todos en la plaza principal de Aguas Calientes. De la noche anterior, tenía el opaco recuerdo de Aguas Calientes como un laberinto de calles estrechas, siempre enmarcadas por el rugido de un río. Pues bién, ya con la luz del sol la perspectiva cambió totalmente. Quiero decir, Aguas Calientes seguía siendo el mismo laberinto de calles estrechas, pero estaba totalmente enmarcado por unos gigantescos y espectaculares peñascos rocosos que parecían imposibles de escalar. Y al lado un orgulloso y fuerte río, el Urubamba, pasaba alrededor como ha pasado desde hace siglos.

Que buena antesala para subir al Machu Picchu! Sin perder más tiempo, salí a comprar los tiquetes de entrada de la ciudadela, y también de los buses que hacen el ascenso. Y luego de hacer una pequeña fila para montar en el bus (eran algo así como las 6.30am) comenzamos el recorrido en zig zag que nos subiría a la cima de la montaña del Machu Picchu. Resulta que ésta zigzageante carretera, es llamada Hiram Bingham. Ah! Igual que el tren de lujo que llevaba a la creme de la creme desde Cusco a Aguas Calientes en primerísima clase! Claro, Hiram Bingham, es el tren de ultra lujo que lleva a los turistas por unos casi quinientos dólares per capita. Pero aparte de eso, Hiram Bingham fue el orgulloso y brillante descubridor norteamericano del Machu Picchu! Un momento... si nos alejamos de las enciclopedias famosas, y escuchamos mejor la historia de las crónicas orales de los locales, aprendemos que Hiram Bingham ni siquiera sabía la existencia de Machu Picchu.

De hecho, el mientras buscaba ruinas recientes del imperio Inca, escuchó decir a unos nativos de la zona que habían unas ruinas maravilosas perdidas en lo alto de unas montañas, devoradas por la selva y el olvido. Y don Hiram Bingham, ni corto ni perezoso, llamó a un hacendado local llamado Melchor Arteaga, y juntos fueron a buscar la ciudad secreta. Luego de unos días de búsqueda, encontraron las viviendas de unas familias de indígenas, de apellidos Recharte y Álvarez, donde se hospedaron y comieron un poco. Ellos, les informaron que a la vuelta de la esquina, habían ruinas, terrazas y muros. Les contaron a los exploradores, que ellos estaban usando algunas de esas terrazas para la agricultura, y el agua que bebían salía de un canal que sus antepasados habían construído. Y pues bién, efectivamente el Sr. Bingham dió la vuelta y quedó maravillado con la fantástica ciudad que veía por primera vez, así estuviese medio sepultada por la selva. Y bueno, de ahí el cuento es mas o menos el mismo cuento que suele pasar con los exploradores extranjeros que visitan un pais. Se llevan la mitad de las cosas oficialmente como medio de estudio, y la otra mitad se pierde. Y te pone a pensar el hecho que no exista un ferrocarril de lujo llamado Tren Melchor Arteaga, ni que tampoco exista una carretera llamada Vía Álvarez y Recharte.

Pero bueno, en esas cosas pensaba cuando luego de unos veinte minutos de zigzagueante ascenso, el autobus se detuvo y estacionó frente a un hotel de lujo, el "Machu Picchu Santuary Lodge" (donde un humilde tinto o cafe negro cuesta casi diez dolares). Al bajarnos, la mañana estaba bastante opaca y nubosa, típico clima del bosque brumoso tropical, que era donde nos encontrábamos. Luego de hacer la fila para ingresar al sitio arqueológico como tal, entrar, y buscar un grupo de turistas con guía pago al cual pudiera, ehm, "adherirme", empecé a ver los primeros muros de piedra. Nada fuera de lo común, teniendo en cuenta que ya había visto muchísimos en Cusco y en diferentes sitios del Valle Sagrado. Pero como por arte de magia (y tal vez como dejándome un mensaje clarísimo) la bruma se empezó a diluir, dejandome envuelto en uno de los momentos más estremecedores de mi vida. La ciudad sagrada del imperio Inca, el mayor secreto del Tahuatinsuyo, hacía su entrada triunfal y se mostraba esa mañana. Definitivamente, es algo que es muy difícil de explicar con palabras. Una fusión de solemnidad, naturaleza, majestuosidad e historia me dejaba boquiabierto y sin palabras.

De un momento a otro, pude ver la ciudadela abajo, y detrás el Wayna Picchu, montando su guardia perpetua y silenciosa sobre la ciudad mítica. El viento soplaba, y juro que en ese instante, todos los visitantes estaban sintiendo algo parecido porque ya no se escuchaba ningún ruido. En ese justo momento, ninguna cámara hizo "click", nadie posó, ni hizo comentarios "inteligentes". Creo que todos compartimos uno de los instantes más sublimes y sobrecogedores, y muy seguramente pasará mucho tiempo antes que lleguemos a olvidar ese momento. Y bueno, pasado ese justo instante, ahi si comenzó el carnaval de las fotos, del movimiento, de turistas perdidos buscando su guía, de turistas avispados buscando el guía de otros para hacer parte de ese grupo (no era yo!!), de gente persiguiendo las llamas y las alpacas que pastaban tranquilamente en las laderas.

Machu Picchu es un misterio en todos los sentidos. No se sabe muy bién hace cuanto fue construído, ni cuanta fue la gente que estuvo trabajando en ella. No se conoce ciertamente cuanto duró su construcción. Tampoco se sabe cual fue su propósito: ciudadela sagrada y religiosa? centro político de poder? inexpugnable fortaleza militar? Hay muchas teorías pero ninguna demostrada. La razón de ésto, mayormente, es que el imperio Inca no tenía un sistema de escritura instanciado. Todo el conocimiento era pasado oralmente, de voz a voz. De hecho, el nombre Machu Picchu, no es el nombre verdadero de la ciudad. Nadie lo sabe. Machu Picchu simplemente traduce en Quéchua "montaña vieja". Huayna Picchu traduce "montaña jóven". Así era como se conocían esas montañas anteriormente, y a falta de mejor nombre, simplemente se dejaron tal como estaba.

Con cerca de doscientas construcciones, y una cantidad incontable de muros y terrazas para la agricultura y estudios de agronomía, el Machu Picchu es una maravilla arqueológica sin ninguna duda. Llena de templos, lugares de estudio, industrias y viviendas, la ciudad está organizada por secciones o áreas, cada una dedicada a un fin particular. Y es impecablemente construída, puesto que cada una de sus piedras es diferente a la otra, y fue tallada y labrada a mano, para que todas encajaran como un rompecabezas perfecto. Había un sistema de acueducto totalmente funcional, aún en la actualidad. Y no se llegó a usar ni cemento, cal ni aguamasa. Y sin embargo, todos los muros parecían sólidos y sin una sola rajadura por la cual poder meter un cuchillo.

Esa mañana, recorrí completamente la ciudadela del Machu Picchu. Y en la tarde, subimos hacia el Wayna Picchu, que es la montaña que se ve detrás del Machu Picchu en prácticamente todas las fotos de postales. La subida es algo escarpada y difícil, y tarda cerca de una hora. Pero una vez al otro lado, en la cima del peñasco más alto del Wayna, el silencio y la vista de la ciudad sagrada enmarcada por el Urubamba 500 metros más abajo se quedan grabados en tus recuerdos para nunca, nunca más abandonarte.

Quisiera haberme quedado en ese instante mucho, mucho más tiempo. Pero empezó a llover fuertemente y una tormenta eléctrica parecía acercarse. Y uno de los locales, que actuaba como vigilante, empezó a irse y me contó que en ese mismo lugar donde estaba yo, hacía casi un mes, un Europeo había muerto en una tormenta eléctrica como la que estaba viniendo, víctima de un mortal rayo. Y como dicen, al pueblo que fueres, haz lo que vieres... Como el vigilante se estaba yendo a buscar cobijo, pues igual yo me devolví a la ciudad sagrada nuevamente.

Fue uno de los días más enriquecedores y de los cuales tendré más recuerdos. Y así, con una historia nueva, unos zapatos bastante sucios, y un saco empapado, bajé a Aguas Calientes en compañía de la gente que había conocido y estaba igualmente maravillada. Y una vez en Aguas Calientes, nos dirijimos a sus famosas aguas calientes que son las que le pusieron el nombre. Finalizamos el día sumergidos en una piscina de aguas termales naturales, cambiando historias y apreciaciones sobre un día que seguramente será difícil de olvidar.

Valle Sagrado

Muy temprano tenía que encontrarme con Juan, el argentino para tomar el bus que nos llevaría a conocer varios lugares del Valle Sagrado de los Incas. Como era de esperarse, la puntualidad no es que sea una cualidad común en Latinoamérica. A la hora de lo planeado, apareció el bus con destino el Valle Sagrado, o el Valle del Vilcanota. Y los argentinos parece que fueron perdidos en acción anoche, porque ni rastros. Pero bueno, muy seguramente tomarían otro de los tantos buses que pasan a cada rato.

El bus salió rápido a través de las curveadas carreteras de las afueras de Cusco. Era una carretera pavimentada de un carril, pero por el que por arte de magia (o habilidad de los conductores) podían caber un carro de ida y otro de venida. Casas de adobe cocido con llamas (el animal) y gallinas era el patrón arquitectónico de la vía. Niños corriendo y jugando, y una soledad en las vías me impresionaron bastante.

Finalmente, luego de llegar a la cima de las montañas, empezamos el descenso hacia el Valle Sagrado. La vista realmente era espectacular, se veía el río Vilcanota (más adelante se convertiría en el Urubamba) serpenteando, cercado imponentemente por dos cordilleras altas de montañas. Dicen que el imperio Inca tenía tan desarrollada la agricultura, que en las cordilleras buscaban la mejor altura y condiciones climáticas para producir el maíz perfecto, más grande y más alimenticio para su gente. Y las impresionantes terrazas con avanzados sistemas de riego que estaban por todas las montañas daban fé de ésto. Paramos en Pisac, donde subimos a las ruinas arqueológicas llena de construcciones semidestruídas que daban una noción de la vida de los Incas, y apenas me hacían imaginar como sería el Machu Picchu. La vista del valle sagrado, desde Pisac era verdaderamente hermosa. De vuelta a la ciudad como tal, una breve visita a los mercados tradicionales que en realidad no es que hubiera mucha variedad. La mayoría de piezas se pueden ver en mercados de otros lugares del Perú, o Ecuador, o hasta de mi natal Colombia. Pero eso sí los precios, después de regatear un poco, si son bastante más razonables.

Seguimos sin novedad conociendo las poblaciones de Calca y Urubamba. Todas ellas bastante bién conservadas, pudiéndose respirar aún la cultura y tradición de los antiguos Incas en las construcciones y en algunas personas. Pero faltaba aún Ollantaytambo (que sería donde finalmente tomaría el tren hacia Aguascalientes), que fue una muy grata sorpresa. Resulta que Ollantaytambo, es la única ciudad que conserva las construcciones, infraestructura y organización original del imperio Incaico. Es decir, la gente sigue viviendo en los mismos lugares donde hace ya varios siglos vivían sus antepasados. El sistema de acueducto y alcantarillado, también conserva el mismo trazado de antaño. Y también Ollantaytambo cuenta con unas ruinas espectaculares, donde se destaca la fortaleza, las fuentes de agua para los baños de las princesas Incas, y los gigantes monolitos del templo del Sol.

En el viaje conocí bastante gente, alguna que iría también al Machu Picchu. Estaba John, un peruano que también se había escapado del trabajo para aprovechar y conocer éste tesoro de su pais. Eduardo y Ofir, compatriotas que no estaban semi-embalados porque no tenían soles pero tenían pesos colombianos, así que se les apareció la virgen conmigo porque era el único Colombiano que les podía hacer un cambio justo. Rafael, un andalú conociendo las tierras de su novia, otra peruana. Y Carolina y Liliana, dos chicas chilenas que conocí mientras hacíamos poses medio payasas en uno de los recintos sagrados de Ollantaytambo.

Con todos ellos almorzamos y cenamos, y emprendimos el viaje hacia la estación de tren, que estaba llena a esa hora. Al llegar, había una fila increíblemente larga como de varias cuadras, y para acabar de ajustar, el ÚNICO tren tenía varias horas de retraso.

Eventualmente, logramos abordar el vagón correspondiente que nos llevaría a Aguascalientes, en eso de tres horas. Luego de una siesta interrumpida por las carcajadas de unos franceses que se tomaban fotos cada cien metros, el tren disminuyó su marcha y finalmente llegamos a Aguascalientes. El día había sido intenso y largo, y de Aguascalientes mi primera impresión fue un sonido bastante fuerte de un río en movimiento, y la avalancha humana de personas que querían que te hospedaras en su hostal o tuvieras su excursión. Como no tenía ninguna reserva ni idea donde quedarme, seguí a mis compatriotas al sitio donde ellos se quedaron, y tuve una habitación para mi solito con baño caliente por algo asi como S./25,oo, incluyendo el desayuno.

No me pareció nada, nada mal. Y bueno, a dormir porque mañana nos levantaríamos a las cinco de la mañana para tomar el primer bus a Machu Picchu.

sábado, 9 de diciembre de 2006

Next Stop: Cusco

Ah, las maravillas y comodidad de Internet. Después de un día sumamente cargado de presentaciones en powerpoint, sonrisas colgate, y hacer incontables venias y reverencias a los clientes, subí de nuevo a mi ya conocida habitación del Sonesta en El Olivar. Nuevamente a empacar los trajes y las corbatas en la utilísima maleta carry-on que me acompañó alrededor de medio mundo. Mañana debería tomar por última vez el Avianca a Bogotá, del que sería mi último viaje por trabajo.

Pero... Me esperaba un fín de semana con un Lunes festivo de vuelta en casa. O sea que podría aprovechar y quedarme un tiempo en Lima? Visitar Nasca? O mejor aún.... Podría visitar Cusco, y subir a la mítica tierra de Machu Picchu?

Al menos en papel sonaba bién la idea. Ahora solo faltaba realizar la logística, teniendo en cuenta que faltaba menos de una noche para poder salir. Y bueno, click, click, click, enter, click, y en menos de diez minutos tenía mi boleto por TACA saliendo a las 6.00am (!) de Lima a Cusco. En eso de una hora y media estaría cruzando los 1,200 kilómetros y llegando por fín al aeropuerto Velazco Astete, de la gloriosa ciudad de Cusco. Cusco, en Quechua significa el Ombligo del Mundo.

Cusco es una ciudad de casi 300,000 habitantes, fundada por los míticos Manco Cápac y Mama Ocllo, hijos de Inti o el rey sol. A unos 3,500 mts. sobre el nivel del mar, el clima es más que todo frío, con unas noches y amaneceres verdaderamente helados.

Pero bueno, una vez recién salido del avión encontrás la avalancha humana de gente que quiere que vayas a su hotel, compres su tour, te lleves abrigos de piel de alpaca, conozcas a su hermana... en fín. Lo que es realmente impresionante es que la gente te habla en inglés perfecto, o francés, o italiano. Luego de empujones y unos cuantos gritos, ya estaba respirando el aire frío de la mañana de Cusco. Taxis a 10 dólares, 20 dólares y para arriba. Nah. Salí a la calle fuera del aeropuerto, y un Taxi me llevo a mi hostal por cinco soles (algo menos de dos dolares).

Luego de desempacar todo lo mío en el hostal, ya era libre para vagar por Cusco a mis anchas.... casi. Tenía que comprar rápidamente el tiquete de tren que me llevara a Aguascalientes, el "base-camp" de Machu Picchu. Luego de entender los mapas y darme cuenta que las distancias en Cusco son bastante cortas, tomé una caminata de menos de diez minutos a la estación de Trenes. Compré el tiquete "Backpacker Cerrojo" que tiene unas condiciones un poco restrictivas, pero que me iban perfecto. La idea era que salía en la tarde de mañana desde Ollantaytambo, llegaba casi a medianoche a Aguascalientes, y la devuelta era a primera hora dos días después. O sea que tenía que pasar dos noches en aguascalientes, pero lo bueno es que el tiquete era el más barato de esa manera. Y podía aprovechar mañana el tour por el valle sagrado, para quedarme en Ollantaytambo y tomar el tren en la noche allí.

En camino de vuelta a la plaza de armas, luego de ser un orgulloso comprador de un tiquete a Machu Picchu, me topé con una oficina de LAN, y como no tenía el tiquete de vuelta a Lima, lo compré allí. Evidementemente, LAN en servicio y calidad supera con creces a Taca (cuyo lema pareciera ser "100% comprometidos en saber que tan miserable podemos hacer la estadía de un pasajero con nosotros").

La plaza de armas es el centro del Cusco turístico. Llena de agencias de viajes, restaurantes y turistas, también es el hogar de la Catedral, y varias iglesias que sirven de marco a la plaza. Algo interesante, es que en un cuadro de la última cena dentro de una iglesia, en vez del pan que está presente en todas las pinturas, está un Cui tostado, uno de los platos nacionales del Perú. Como estaban en misa, pude entrar sin pagar los 15 Soles que por lo general cobran. Y como por variar, esta iglesia fue erigida sobre uno de los lugares sagrados de Cusco, el palacio de Wiracocha. Luego de conocer las iglesias, me perdí un buen rato por la ciudad, conociendo varios barrios tradicionales, mercados, etc. En la tarde, luego de un lomo saltado, me metí en un bus que me llevaba a conocer los principales lugares sagrados del imperio del Tahuatintsuyo (o Inca). Qoricancha (o Coricancha, o Koricancha,...). Literalmente llamado "El patio de oro" porque en su época estuvo revestido con oro, éste fue un templo erigido en honor al Dios del sol. Lo impresionante del Q'oricancha, es la perfección de la construcción. Sus paredes son perfectamente diseñadas y construídas con bloques de piedra con una perfección tal, que no puedes pasar la hoja de un cuchillo entre bloque y bloque. Además, no usaron ningún tipo de relleno o resane entre los bloques. Cuando los españoles llegaron y desterraron al imperio de los Incas, destruyeron gran parte de ese templo, construyendo la iglesia de Santo Domingo. Años más tarde, luego que un fuerte terremoto sacudió al Cusco, la iglesia fue practicamente destruída, pero las paredes del antiguo templo de Q'oricancha, permanecieron en pie, dejando testimonio de la maestría de construcción de los Incas.

Luego de acá, seguimos hacia Sacsayhuamán, y acá es donde los guías repiten una y otra vez el ya desgastado chiste que los Incas le habían puesto así por tratar de decir "Sexy Woman"... Sacsayhuamán es impresionante. Dicen que Cusco fue diseñado para tener la forma de un Puma, animal sagrado de los Incas. Sacsayhuamán era en su época la cabeza, uno de los centros religiosos y políticos más importantes. De su original majestuosidad no queda mucho, pues los edificios y templos fueron destruídos por los Españoles, pero hoy en día, aún quedan grandes monolitos de piedra como evidencia de lo que pudo llegar a ser. Entre ellas, hay una GIGANTE roca pulida, que mide más de cinco metros de altura, y llega a pesar más de 300 toneladas. Como lograron subir esas rocas a la cima? Es aún un misterio del que se inventan teorías.

De allí, subimos a Quenqo, una formación rocosa donde estaban simbolizados los tres espacios sagrados de los Incas, el cielo (donde estaba el Paraiso), la tierra (hogar de los hombres), y el subsuelo (hogar de los seres imperfectos). Había una interesante mesa "quirúrgica" donde parecía que llevaban a cabo sus labores de momificación. De allí, viajamos a Tambomachay, fuente natural de aguas cristalinas que solían ser los baños sagrados del Inca, donde él se purificaba antes de realizar cualquier decisión u acto importante. En el tour habían bastantes argentinos, con los que estuve hablando bastante y al finalizar la tarde, luego de un merecido baño caliente, estuvimos tomandonos unas Cusqueñas y hablando un poco de nada.

No muy tarde me entré a dormir, porque estaba cansado y al otro día haría el recorrido del Valle Sagrado antes de tomar el tren en Ollantaytambo para conocer el Machu Picchu!