miércoles, 25 de febrero de 2009

Una Locita que anda por ahí me hizo el reclamo, con justa razón, que había abandonado lo más parecido que tenía a eso que llaman trabajo. Y es cierto, por acá por el blog no había vuelto ni por equivocación.

Son ciclos, como todo en la vida. A veces siento que hay una cosa que otra por contar, otras veces siento que eso para contar es tan personal que me lo reservo absolutamente para mi mismo, y otras veces definitivamente no hay nada relevante por decir. Y otras veces, cómo ésta, no se en que categoría poner lo que pasa.

La vida sigue naturalmente en el bosque. No hay calendarios, hora, ni obligaciones. Solo amaneceres y puestas de sol. No existe el dinero, no existe la prisa, no existe la presión. Cuando llueve, llueve y está bién. Cuando hace sol, también está bién. Los animales siguen su vida como lo han hecho miles de años, sin mucho cambio. Siguen con su rueda de la vida. Todos los días nace vida, todos los días muere vida.

Y uno, con su carga emocional, con los pensamientos que no paran, con las pasiones testarudas, se siente a veces como un invitado extranjero, como alguien que no encaja. Pero eso al bosque le tiene francamente sin cuidado. Es tan viejo y sabio que entiende que las ilusiones y las tribulaciones humanas son efímeras, vacías. La vida tiene esa manía de continuar día trás otro sin realmente interesarse en lo absoluto por nuestra enorme auto-importancia, nuestros planes, tristezas o soledades.

Estuve enfermo tirado en la cama unas semanas, sin poderme realmente mover. Lindo regalo de cumpleaños. En su momento me preocupé mucho, pero ya camino normalmente (casi) y todo va bién. Es que nada, nada, por más preciado que sea como la salud, o la misma vida, se escapa a esa ley del cambio, de la eterna transitoriedad.

Es un golpe a tu ego, al «yo» que tanto uno ha cuidado, el hecho de sentirse inútil, enfermo, casi un estorbo humano. Estar olvidado en la mitad de la nada, mientras todo pasa allá afuera. Pero es bién, porque en últimas ver tan de cerca la impotencia y el dolor le resta enormemente importancia a la inútil vanidad del ego.

En unas semanas viajo a otra ciudad por un tiempo para asistir a un curso de meditación vipassana, enfocado para farang (extranjeros). Es completamente en inglés así que el idioma no será barrera para preguntarle al profe, cómo sucede acá.

Y feliz año chino atrasado!