viernes, 14 de agosto de 2009

Delhi Reloaded

A Olimpia, Jair, Efy, María, Santiago, Mario, Natalia y todos los Colombianos en Delhi que de una u otra manera me dieron la mano, una palabra, su casa (!), o una sonrisa, me escasean palabras para decirles bonito... Gracias parceros!!!

Dicen que no hay segundas partes buenas. pero en ésta ocasión felizmente no fué así. El encore para Delhi ésta vez estuvo lleno de buenas sorpresas y sobretodo, mucho sabor a Colombia. El tema fué que antes de salir para el Rajasthán cuando estaba haciendo los trámites para sacar un nuevo pasaporte en la embajada, charlando y charlando con la gente de allá me invitaron a pasar la fiesta nacional en Delhi en un evento que estaba organizando la embajada de Colombia. Pues como es costumbre, llegué de un pueblito en Rajastán llamado "Dudú" directo para el hotel donde iba a ser la invitación. Cansado, sucio, y polvoriento, estacioné la bicicleta bajo un letrerito que dice "No Parking" y luego de varios chequeos de seguridad en el que me preguntaban varias veces por qué cargaba en mis alforjas herramientas, y navajas, y tarros de aire comprimido (no los culpo) me dejaron entrar al lobby. Lo primero que hice fue buscar un baño para al menos cambiarme de ropa y limpiarme la tierra de la cara.

Y en resúmen, bueno, digamos que hace mucho, mucho tiempo los días no me sabían tanto a lo que sabe mi tierra. Gente, gente buena, música de mis mares y mis montañas, comida que trataba de hacerse pasar por Colombiana (la intención es lo que vale!), rumba light, más gente buena y una banderita que pondré como pueda sobre Alma. Muchas historias compartidas, algunas de las cuales te llegan derechito al corazón.

Lastimosamente, aunque la noche estuviera apenas empezando, la fiesta diplomática muy diplomáticamente se fue terminando. Y en esas un par de Samarios rebuena onda me adoptaron por unos días y me invitaron a quedarme a su casa, en la que vivían ellos y otros AIESECos. Rumba, descanso, sabor a mi tierra y muy buena vibra que es algo que les sobra. Aparte, aproveché para unas reparaciones que necesitaba y visitar un par de templos que me hacían falta en Delhi y que aparte, quedaban cerca.

Una parada en Delhi que no me imaginaba, recargando las baterías de muy buena energía, pero los Himalayas llamaban, así que una vez más Alma y yo nos despedíamos y nos enfrentábamos a lo desconocido. Una vez más.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me explicas lo de las botellitas de aire comprimido por favor? Lo bueno de los colombianos es que llevamos nuestro corazón a todas partes, y el calorcito de Colombia se le queda a uno pegado en la piel... Un abrazo...