martes, 28 de julio de 2009

Saltando de ciudad en ciudad

Jodhpur, Mandore, Barr, Ajmer, Pushkar y cién pueblos más van quedando atrás en el camino. Muchos recuerdos e instantáneas en la cabeza. Las casas en tonos azulados, los palacios de Jodhpur. Los jardines, las ruinas de templos y las vacas sagradas de Mandore. La increíble hospitalidad de la gente de Barr. La extrema devoción de los peregrinos musulmanes en Ajmer, la ciudad más sagrada del Islam en el Sur de Asia. El polvo, la bulla y los camellos en el religioso pueblo de Pushkar.

Cada día, una ciudad, un maestro, una experiencia conmovedora. De la mano de Alma, voy conociendo gente y lugares que no me imaginaba que existieran, con la incierta indecisión de lo que me espera en ese futuro que tanto me solía preocupar.

Kilómetro trás kilómetro voy viviendo, algunos duros, otros infinitamente felices. Y es en esos que los que uno piensa que aunque pueda que vengan momentos difíciles, el solo hecho de estar viviendo un amanecer más, una sonrisa de un desconocido más, la amabilidad inesperada, hace que todo valga la pena. El viaje no es más que un continuo de momentos que tienen algo para decirte.

El punto está en ponerles atención.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Shh.. un segundo para escucharte, un segundo para escuchar el mundo... un segundo para observar y mil horas para darte cuenta de que aun está todo por aprender. Un Abrazo