Desde que estoy en India, y aún más, desde que la estoy recorriendo por tierra en bicicleta, he estado sudando y sudando, aguantandome casi 50 grados de temperatura a la sombra, pedaleando con un viento abrasador de frente, con la cara embadurnada de polvo y tierra, con las uñas negras y el estómago gruñéndome en señal de protesta, pero tengo que confesar que creo que me estoy enamorando, creo que me estoy enamorando con pasión de esa tierra a la que le dicen India. Y es que no es difícil, creo que el camino fue una preparación para ésta ruta... El caos, el sublime caos del día a día, los polos extremos y todo lo que hay entre ellos. La vida, la muerte, todo eso se sucede instante a instante acá.
Mejor dicho, India tiene ese no se qué que me enamora. Los extremos, la intensidad, la magia, lo cálido, lo misterioso, lo amable, lo apasionado, la vida, la muerte, lo que te hace perder la cordura, la esperanza. La gente, por dios, qué gente.
India me acogió con los brazos abiertos, me alimenta con la leche de su pecho y me da de beber y me refresca con el agua de los innumerables pozos de sus caminos. Me enseña, ella y su billón de hijos (mis hermanos) que día a día te encuentras al azar en la carretera. India.
Más que amor, creo en esa pasión, ese deseo loco a primera vista. Y eso es lo que estoy sintiendo con India. Me dan ganas de amarla, y otras me dan ganas de escupirla o gritarle a todo pulmón. Pero esa es la pasión y eso es lo que siento por India. Me hace sentir vivo...
En éstos momentos ya dejé el estado de West Bengal (Bengala Occidental) y estoy en la mitad de Jharkand, un estado relativamente nuevo (formado apenas hace 8 años) que además es uno de los menos visitados de India. Y ésto se debe en parte a su fama de inseguridad y disturbios públicos, pues tiene una guerrilla de influencia Maoista llamada "los Naxalitas". Varios Indios me explicaban que si bién en su época sus actividades se volcaban hacia la igualdad social y la consciencia de la distribución de la riqueza hasta aquellos más necesitados, hoy en día no es más que un grupo al márgen de la ley que terroriza pobres y ricos unica y exclusivamente por dinero. E igual así, hay algunos extranjeros con visión romántica que los defienden en plazas públicas. Claro está, porque ellos en Europa o de donde sea que vienen no han sentido el dolor de la muerte de un familiar o conocido, no han sentido terror en la noche cuando los guerrilleros se acercan a sus poblaciones. Cualquier parecido con la historia de la guerrilla Colombiana es meramente coincidencial...
En todo caso, en mi viaje de "peregrinación" tenía ganas de subir a Parasnath que es el lugar más sagrado de la religión del Jainismo. Cerca a Parasnath hay montones de montañas llenas de templos y santuarios Jainíes. Y hasta acá quería llegar yo, pero en un dhaba (restaurante de carretera) me explicaron que no era muy buena idea, porque por ésta época no había mucho turismo y hace poco los Naxalitas se habían reactivado en la carretera, quemando varios autobuses y pidiendo dinero (la vacuna!) a la gente que transitaba por las solitarias carreteras que unen las montañas con Parasnath. Nuevamente, no se por qué se me hace TAN familiar ésta historia!
Y pues un poco aburrido y no más viendo los santuarios Jainíes a la distancia, seguí pedaleando hacia el noroeste, esperando llegar al estado de Bihar y desandar los pasos de Siddharta en también uno de los cuatro sitios más sagrados del Budismo en el mundo, Bodh Gaya, o donde históricamente dicen que Siddharta alcanzó su iluminación.
El viaje/peregrinación no se detiene!!!
1 comentario:
No vas a la cima, pero estas por encima de tus expectativas...
Un abrazo!
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