miércoles, 24 de septiembre de 2008

Rumbo a Vientiane, capital de Laos

Salí de mañanita de Tha Kaek, todavía dudando si iba al pintoresco paso montañoso de Cau Treo, que tanto me había recomendado Dryan. Pero la verdad, una vez que pasé por ahí no me animé a subir, porque en mi visa me quedaban poquísimos días, apenas para una visita rápida a Vientiane y tal vez a Vang Vieng. En el camino a Vientiane, me quedé en dos caseríos anónimos cuyos nombres olvidé ya, y en la carretera se veían los residuos de la inundación que hasta hace apenas pocos días se había tragado sin avisar campos fértiles, caminos y familias enteras... De hecho la inflación por éstos lugares estaba jodida, y los precios eran el doble de lo que usualmente eran. Lástima, pobre gente, de un día para otro perderlo todo, absolutamente todo, por un capricho de la madre naturaleza.

Los días pasaron rápido y sin eventualidades, hasta llegar a Vientiane, la capital de Laos, que me recibió al fin con un muy buen clima y una foto del Ché en tamaño gigante. Valga la pena aclarar que en Laos por alguna extraña razón aman al Ché Guevara, y lo ponen en camisetas, posters, y calcomanías o stickers que adornan cuanta moto, tuk tuk o camión pase por ahí. Seguro el hombre por allá en su tumba anónima de suramerica se estaría riendo.

Vientiane es una capital muy tranquila, diría que es la que más me ha agradado de todo lo que llevo de Asia. Y no es porque abunden las cosas que hacer, no, al contrario, se pasa de tranquila. Pero justamente ahí está su encanto, en que es pequeña, manejable, la gente es muy amable y no se escucha en la calle absolutamente nada. La gente no abusa de los pitos del carro, lo cual es algo totalmente loable! En realidad parecería una ciudad pequeña provincial de cualquier otro país. Pero sí, la cantidad de embajadas que hay por todas partes te indican claramente que Vientiane es capital.

Todos las guesthouse baratas de la ciudad estaban totalmente llenas, así que compartí habitación con un japonés que a duras penas hablaba inglés y llevaba bastantes meses recorriendo así el mundo. Como? Ni idea, supongo por la misericordia del espiritu santo porque no se me ocurre otra... También me volví a encontrar con un guey de Israel que había conocido en Camboya y que lleva viajando por el mundo casi ocho años, el verdadero y moderno ejemplo del judío errante definitivamente.

En Vientiane las opciones para hacer turismo son bastante reducidas. Pasando por Patuxai, la versión Lao del Arco del Triunfo en Paris, se le llama en broma el aeropuerto vertical, por la sencilla razón que fue construída con el cemento y materiales que donó hace muchos años el gobierno de Estados Unidos con el fín de construir un moderno aeropuerto. Pero al parecer, el gobernante de turno prefirió convertirlo en un monumento a su grandeza... Éstas cosas no solo pasan en el país del sagrado corazón. Luego, estan todos los monasterios con paredes viejas viejísimas, que muestran los siglos de antigüedad que tienen.

Y aproveché éstos días también para revisar la extensión de la visa de Laos, pero pagar el precio de 3 dólares por día me pareció un poco exagerado, y me obligó a salir del país y cortar mi viaje por el norte. A lo sumo, alcanzaría a llegar a la famosa ciudad de Vang Vieng y dejar la capital atrás, la más calmada de todo el Sureste Asiático.

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