"No art is superior to another one, but every art looks for expertise and perfection. This is life, which continues; this is why there is no death. There is continuation. There is no silence. There is a continuation of thought". - Marcel Marceau
Hay unas cuantas personas, que así no las conozcas personalmente, dejan una pequeña marquita en vos, en tu alma, en tu historia personal. Hoy, por las noticias me enteré que el hombre de 84 años, que tiene por nombre Marcel Marceau, ha muerto. Por un lado, me puse un poquito triste sentado en la cama, tomandome un café y mirando la lluvia caer ahí afuera. Pero por otro, me puse un poquito feliz porque lo recordé en sus actos, generando vida en sus manos, en sus brazos, en su rostro y en su cuerpo.
Alguna vez, estando muy muy niño, lo ví en un programa de tele, en la época en que las antenas parabólicas eran legales, y nos llegaba HBO, Cinemax, Showtime y las decenas de canales peruanos tipo Global, Frecuencia, Panamericana... Justo en uno de esos canales, tarde, luego de los programas periodísticos de medianoche, apareció un segmento de un hombre entrado en años, con la cara pintada y un sombrero particular, que sin hablar sacaba personajes de su sombrero, de sus manos, de sus ojos. Me acuerdo que lo miraba y miraba, y por un momento dejé de lado los años que tenía el y lo ví como otro niño, como yo. Y asi pasito, sin hacer mucho ruido, empecé a imitar los movimientos, los gestos, las caras y personajes que hacía.
Solo hasta años después, supe que ese hombre se llamaba Marcel Marceau, y que era el mimo más grande, más imponente de los últimos tiempos. En la biblioteca pública, solo había un fragmentito de un video suyo, en Betamax. Me acuerdo que lo veía, y reía, y luego cambiaba a las peliculas de Chaplin, stop, Marceau, stop, Chaplin, stop, Keaton, stop, Limelight y ahi se me aguaban los ojos y tenía que apagar el tele.
Tiempo después, por azares del destino se presentó en Medellín, pero por azares del destino no lo pude ver. Pero Bip el clown, su clown, seguía por ahí dando tumbos, entregando flores, creando creaturas, apareciendo y desapareciendo.
Y ayer, con mi café de la mañana, el cuerpo de Marceau se despidió del mundo. Pero su historia, su imágen, sus personajes... bah, lo que ya sigue es cliché.
Gracias Marcel, y buen viaje.
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