jueves, 30 de julio de 2009

Jaipur

La famosa ciudad rosa, la capital y puerta de entrada de Rajasthan, la que se eleva al borde del desierto del Thar. Jaipur es muy conocida por sus bazares, sus palacios, sus fortalezas y su elevada cantidad de turistas que la invaden día trás día. Tenía algo de expectativas por conocerla y era ella mi lugar de despedida de Rajasthán. Pero si bién tiene unas joyas de arquitectura como el delicado Moti Mahal o Palacio de los Vientos, o el Palacio del Maharaja, o hasta el enigmático y bizarro Jardín de la Astronomía Mongola, Jaipur tiene más de ciudad grande y carnívora que de población encantadora como tantas otras en Rajasthán.

Protegida por las fortalezas construídas en la cima de unas colinas vecinas, Jaipur se levanta todos los días al salir el sol a vender sus telas y mercancías en los bullosos bazares de la ciudad vieja. Encantadores de serpientes se sientan a la sombra de las murallas de la ciudad, mientras los camellos pasan tirando carros cargados de mercancías para vender. Los minaretes de las mezquitas cobran vida cuando hacen sonar al unísono los cánticos e humnos de los imam musulmanes. Y no mucho tiempo después, las calles se atestan de rickshaws, bicicletas y buses blancos e impecables llenos de turistas que toman fotos por las ventanas cerradas mientras pasan rumbo a la famosa Agra y su Taj Mahal.

Pero siendo francos, Jaipur la verdad tiene mucho de lo que no me gusta de las ciudades y poco de lo que me enamora. En su transición a ciudad pujante y emergente, ha perdido gran parte de su carisma. Muchas de sus gentes han dejado en el olvido su tradición Rajputh y solo se dedican a la actividad de hacer dinero. Los colores dejaron de ser un signo de orgullo de sus calles, para solo ser un decreto oficial expedido unicamente por que atrae turistas. Cara, impersonal, aburrida.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La realidad supera la ficción en Publicidad... Un abrazo.

Precios Televisores dijo...

me encantan tus escritos, gracias por compartirlos, un abrazo.