domingo, 28 de septiembre de 2008

Van, van a Vang Vieng

Vang Vieng. El pueblo tranquilo encerrado en un escenario increíble, convertido en el sitio backpacker por excelencia. Y eso no es un cumplido. Bueno, vamos por partes. La subida a Vang Vieng fue por un camino empinado, a veces destapado, difícil. Hacía ya varios miles de kilómetros que no me tocaban carreteras por montañas y pues ya se nos estaba olvidando, a mi y a mis piernas, de como era el tema con eso. La distancia desde Vietnam era algo así como 150kms y optimista pensé que los hacía en un día. Pero noooo.... Me tocó quedarme en un albergue a mitad de camino, porque había muchos baches, subidas, bajadas y además con una lluvia matadora.

Finamlente llegué a Vang Vieng, hice el check-in en la guesthouse tranquila que me habían recomendado antes, al lado de una pista de aterrizaje olvidada. Y luego de dejar remojando la ropa terminalmente sucia que tenía pendiente, salí a recorrerme el famoso pueblo de Vang Vieng. Basicamente, es una única calle llena de restaurantes, bares y café internet, y no parecés ni en Laos ni hasta en Asia, porque todos los letreros de neón iluminados están escritos en inglés, casi nada en idioma local.

La mayoría de bares tienen varias pantallas de TV presentando permanentemente reencauchados episodios de Friends, Los Simpsons, Family Guy y otros. Y en vez de sillas, las mesas tienen una especie de cama con muuuchos cojines para que la gente que llega simplemente se acueste y se sienta como en casa. Pero se pasan, hay un lugar en la calle en el que te paras y puedes ver simultáneamente 5 episodios diferentes de Friends en 5 diferentes bares. Al principio tantas cosas occidentales te seducen por lo cómodo y fácil, pero al rato se vuelven muy, muy repetitivas y aburridas.

Como decía, Vang Vieng es un pueblito metido en montañas hermosas y alucinantes, al borde de un río limpio y tranquilo. Cerca en la bici se puede recorrer caminos destapados que lo llevan a uno a cavernas grandes y oscuras, y a piscinas naturales de agua fresca y cristalina. El recorrido completo por los alrededores son unos 40kms y se lleva un día completo, para ver la naturaleza con calma.

Y el último día, fue el día para hacer el famoso Tubing en Vang Vieng. Esa es una de las actividades más famosas en el SE Asia, contada una y otra vez por los viajeros en todas partes. Y la idea es tan simple como exitosa: Basicamente es rentar un flotador enorme hecho con el neumático de la llanta de un tractor, y con ésta, te llevan en un tuk tuk río arriba y te lanzas al río. Mientras bajas lentamente, por entre ese alucinante paisaje, van apareciendo bares y restaurantes a las orillas y si quieres, te lanzan una cuerda al río para que te quedes un rato ahí antes de seguir flotando despacito río abajo. En la mayoría de bares te ofrecen whiskey de arroz gratis para que te quedes ahí, y muchísimos tienen toboganes, canopy, trapecios y cuerdas desde plataformas altísimas para lanzarse al agua. Un plan para un día de estar en el agua. Coincidencialmente empezando conocí a una gente de Chile y Uruguay y en dos segundos armamos el combo Suramerica... Latin Power en Laos.

En el remate, cuando estás con un poco de frío y llegas nuevamente a la ciudad, hay unos bares en los que puedes parar que tienen música en vivo y una enorme fogata en la que todo el mundo se calienta y se seca, luego de todo un día de andar jugando como niños en el agua. La rumba se extiende más allá de la medianoche, hora del toque de queda de Laos, y terminás hablando con gente de todos los rincones del planeta...

Al otro día, me levanté como pude para tomar un bus que nos llevara a Alma y a mi a Vientiane, y de ahí salir directo a Tailandia. El bus lo tomé echando dedo en la carretera como a las 3.00pm, y coincidencialmente me encontré con la inglesita que había conocido días atrás en Tha Kaek, que venía ésta vez de Luang Prabang en el mismo bus. Fueron unas cuatro horas de recorrido que antes me había tomado a mi dos días de intenso esfuerzo... Y llegué a Vientiane de noche ya, y me tocó romper mi regla de no viajar nunca de noche por el solo hecho que era mi último día de visa, y salir a oscuras por la carretera que me llevaba a la frontera con Tailandia, a unos 30 kms de distancia abajo en el Mekong. Llegué como a las 9.00pm al puesto fronterizo, como siempre dejandolo todo a última hora.

Él cruce de frontera, sin problema, nada de preguntas excesivas ni requisas de las maletas. Del lado de Tailandia me tocó un oficial lo más de buena gente que se quedó preguntandome bastante rato sobre mi viaje, porque no había nadie a esa hora cruzando la frontera. Al rato me dejó ir finalmente, y me di cuenta a la brava (casi me lleva un carro por delante) que Tailandia tiene la mala costumbre, como los ingleses y japoneses, de manejar al lado equivocado de la vía...

Bienvenido, finalmente, a Tailandia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cualquier parecido con las "olas" en la piscina con los flotadores, son pura coincidencia. Un abrazo!