lunes, 21 de julio de 2008

Camboya y su bienvenida

La despedida de Ho Chi Minh City, y por ahi derecho, de Vietnam fue bastante difícil. Y no por cuestiones sentimentales, porque la verdad estaba más q ue feliz de abandonar la tierra de la Guerra de America y de los precios multiplicados por diez. Fue difícil porque era mi último día en la visa, y esa noche realmente no había dormido mayor cosa. Aparte, estaba con un dolor de cabeza aplastante (cortesía de una copa de más de ron demasiado barato Vietnamita). Y por el afán, no había comido absolutamente nada. Salimos a eso del medio día, lo que significa un sol agobiante, un calor infernal, una agotadora y torturante deshidratación que no es nada interesante en un viaje en bicicleta en total contrareloj...

En el mapa decía claramente: a la frontera, tan solo unos 80 kilómetros, desde Ho Chi Minh. Unas tres horas, a un buen paso. O sea, que lograría estar allá bastante antes de las 6.00pm, hora en la que cierran el paso de la frontera entre Camboya y Vietnam. Sin estrés. Pero lo que no tenía en cuenta es que el mapa no contaba con que para salir de Ho Chi Minh City, eran otros 25 kilómetros del caos vehicular más denso y puro que uno se pudiese encontrar en el mundo... Y es que no es para más: La ciudad de Saigon tiene casi una moto por cada habitante...

Eventualmente la salida de Ho Chi Minh city se logró. La carretera se despejó un poco y se respiraba ya más el aire de campo (combinado con todos los gases de los tractores y los camiones que pasaban de lado a lado). Pero llegó la sorpresa del día: un increíble viento de frente que hacía bajar la velocidad hasta casi 10kmph, haciendo que el esfuerzo por empujar la bicicleta se multiplicara por MUCHO. Y a ese paso definitivamente no íbamos a llegar nunca a la frontera... Cuando el tema parecía que ya no se podía poner complicado, pues se puso. Dryan estaba rayando en el completo agotamiento físico, y al cabo de un rato me di cuenta que estaba pedaleando bien extraño... Cuando le pregunté, me di cuenta que andaba con los ojos semi cerrados y me dijo que se había quedado dormido por un par de segundos. En realidad había batido el record de los Most Stupid Bikers In The World... Está bién quedarse dormido en un avión, en un bus, en un carro, hasta en una moto... pero pedaleando y manejando una bicicleta? La cosa se pone peligrosa!!!

Acá tocó entonces que el hombre se dopara con dos o tres Red Bulls en bolsa plástica (así las sirven en Camboya) y el resto del camino forzarlo a hablar para mantenernos despiertos. Y fué un largo camino, con ese (*&^^%^*(*&^@@ de viento de cara que nos bajaba la velocidad a la mitad... El problema, ese que no hablábamos en voz alta, es que el cruce de la frontera cerraba a las 6.00pm en punto y que con nuestra velocidad y deplorable estado, realmente no lo íbamos a lograr. El tema es que si no llegaba antes de las 6.00pm, posiblemente me tocara volver a Saigon a pagar la multa y de nuevo a la frontera... Un panorama no muy interesante, teniendo en cuenta que los ánimos estaban casi en el suelo.

Pero los kilómetros fueron quemándose uno trás otro, hasta que a lo lejos se veía una construcción tipicamente Camboyana. Faltaban 5 minutos para las 6.00. Y asi que gritando y pedaliando, dando lo máximo, logramos llegar a la frontera antes que la cerraran. En los últimos metros de Vietnam nos estamparon los pasaportes, con esa no-sonrisa que es no-amigable que caracteriza tanto a los Vietnamitas... y bueno, esa fue la despedida de ese país, sin pena ni gloria, que se quedará en mi memoria como uno de los destinos menos amigables para viajar en toda Asia (y tal vez del mundo).

Y entrando a Camboya? Sin visas, sin aduana, sin preocupaciones. Nada. Los tipos nos atendieron con una gran sonrisa en la cara. Y cuando pagamos la visa, los tipos no tenían cambio. En un lugar donde procesan (lease: venden) cientos de visas diariamente, no tenían para devolvernos. Y asi estabamos preparándonos para colgar la hamaca y dormir en el puesto de aduana, hasta que despertaron al jefe que estaba en su siesta y nos cambio el billete.

Welcome to Cambodia nos dijo riendose, cerrando la puerta del cruce fronterizo trás de nosotros!

Si señor, Welcome to Cambodia!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

DEFINITIVAMENTE SE TE SALIO EL PAISA QUE LLEVAS EN LAS VENAS PARA NO DEJARTE TUMBAR

Anónimo dijo...

Wow!! Eso sí es una contrarreloj, qué estrés, qué adrenalina y qué pereza!!!! Pero bueno, al final del día, valió la pena. Un abrazo...

G. dijo...

jajajaja... muy cierto, al final del día siempre todo vale la pena! abrazote!!